Antes de finalizar el día, el transeúnte se reclina en su reposera, pone el reloj en hora y la luz del velador definitivamente requiebra sus pupilas.
Juega con un amarillento paquete de cigarrillos arrumbado hace varios meses ya. Forma y organiza parcelitas, con el polvo que cubre la cómoda. Una hilera de portarretratos revejidos influyen en su “stamina”; y gracias a su fe, y sus estampitas ornamentadas con aloe vera y sahumerios locales, se limita a huir de su ávida mirada de girasol.
Pulsa “rew” en su histérico radio grabador y vuelve escuchar (por sexta vez consecutiva) su canción favorita del grupo “Emú” que en su país ya es casi un himno para los musitarinos.
De pronto la ruidosa y añeja casetera emite una señal, semejante a la un coro de ancianos fantasmas roncos, y entre el asedio de paredes, puertas y ocios huérfanos, se moja los ojos con aceite de pino y bálsamo bagarino para refrescar sus ojos y aclarar los terrosos recuerdos, y en pos a sus lagrimas, sueña que vuelve a transitar las calles de la isla de Gambawa
“THAD! LEMINNA GAMBAWA
YTHA NNE QA REKKURIA
ÑIXAJ, SEGE JEV LEM PEVÉ
EMM SI”…
OH! QUERIDA GAMBAWA!
ISLA DE LA MEMORIA FUGAZ
TODO SER QUE MORE EN
TI PERDERÁ LA CONCIENCIA
DE LO TERRIBLE,
PARA LLENARLA DE LUZ
GRACIAS POR EL RECUERDO
DE LO GLAUCO,
EL OLVIDO DE LO OPACO
GRACIAS POR EL VACIO,
DE LO VASTO Y EL SECRETO
TUS CANTOS
A TI TE OFRECEMOS
EL OLVIDO Y EL PERDÓN
BORRA LAS AMARRAS
DE NUESTRA MENTE;
Y GUIANOS POR LAS PUERTAS DE
LO INFINITO.
Emú
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