Diarios usados
Cuan enorme fue el horror y la inacordada confabulación masiva de este pueblo, el corto tiempo que trabajé en el puesto de diarios…
La tarea de canillita terminó con mi vida nocturna.
Día a día muy temprano, hacíamos la repartija en nuestras bicicletas, A los lugares donde Oscar nos mandaba. Distribuíamos diarios, revistas y pasquines literarios, en la zona que se nos asignaba, pero nunca íbamos demasiado lejos.
Evidentemente el desacostumbramiento al trabajo en la mañana, me llevó a la confusión de vender diarios casi treinta años más viejos que los de la fecha actual.
Seguramente se nos entremezclaron el día que entramos con Joel, Cintia y Janine al archivo y (…)
Esa leve confusión duró casi una semana; hasta que Joel y yo, nos dimos cuenta del error que habíamos cometido.
Supuestamente, de lo ocurrido sabíamos solo él y yo. Lo increíble de esto, es que la gente de la zona, que recibía a menudo los diarios usados, no se animaron a salir a la puerta de calle; ni siquiera para echar un vistazo, charlar con el vecino o regar el césped.
Nunca pude entender por qué tanta sugestión o superstición, se me venían a la cabeza fechas como: “Halloween”, martes o viernes trece, y hasta llegué a pensar en un temible asesino serial. O tal vez, sólo sabían algo que yo, con mi corta edad, no podía comprender.
Apenas tengo once años, y creo no ser tan torpe, como para no darme cuenta de lo que pasaba, o lo que pasaría.
¡Por favor! ¡Ni que fuesen diarios bombas, o estuviesen impregnados de algún letal moho! ¡Qué estúpidos!
En fin, lo que posiblemente podría explicar, es que un día, la furgoneta de reparto llegó más temprano que de costumbre. Bajó Oscar, el dueño del puesto; ¡estaba furioso!, totalmente fuera de sí. Nos agredió a Joel y a mí, de manera espantosa, desempleándonos de inmediato, sin darnos ningún tipo de explicaciones, sacándonos del puesto a empujones.
¡No lo entiendo! pero me gustaría que algún día alguien me lo pueda explicar y pueda aclararme estas dudas.
Sí, así de simple…dejarnos sin empleo sólo por el ínfimo error, de vender diarios de la semana del 24 de marzo de 1976…
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