III
Ocurrió en una oportunidad, que Alucinio después de concurrir unas cuantas veces a seminarios de autoayuda, y haber intruseando en algún que otro texto de esa índole; su esquelético e incauto corazón, encontró la manera de salir en astral por las noches y tocarle la cola a las chicas de su nuevo barrio.
Se creyó por mucho tiempo que su coqueteo y sus fechorías astrales llegaron a su fin cuando un súcubo cuyano le hizo una zancadilla y el anciano descendió abruptamente ahorcándose con su cordón de plata, metros antes de llegar a su catre.
Otra de las posibilidad que también se barajó contaba que su andorreo nocturno terminó cuando cierta mañana tras levantarse, se miró al espejo y encontró una cara con cinco dedos furiosos marcados a fuego.
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